martes, 31 de octubre de 2023

                                     LA HISTORIA DE PALESTINA DESDE CONIL 

Me duele Palestina. No soy indiferente. Estamos conociendo en directo, en tiempo real, por televisión, por las redes sociales, el genocidio de un pueblo. Son varias las resoluciones de la ONU que Israel incumple sistemáticamente desde hace décadas, ocupando ilegalmente Palestina.

Es indudable que es condenable el asesinato de civiles sean israelitas o palestinos, pero el plan del estado de Israel de bombardeos indiscriminados, el asedio medieval a Gaza parece al que recibían los propios judíos de los nazis en los guetos. Castigar sin agua potable, sin medicinas, sin electricidad, sin combustibles, sin alimentos a una población de más de dos millones de personas es un crimen contra la humanidad.



Hace unos años, vivió en Conil un judío alemán llamado Rolf Reichert que escribió “Historia de Palestina”, en su última página indica la fecha y lugar donde lo escribió: Conil de la frontera, 16 de marzo de 1972. Rolf salió de Alemania huyendo de los nazis. Se estableció en Conil, en la casa de los clavos, quien lo conoció puede decir que era una persona amable, culto, progresista y un especialista en el mundo árabe, siendo profesor de islamologia e historia de Oriente medio en la Universidad federal de Bahía (Brasil) pronunciando conferencias y cursos en las universidades de Estambul, Damasco, Bagdad, El Cairo, Tunez, Argel, así como en la Sorbona. Su biblioteca repleta de volúmenes sobre el mundo árabe fue requerida por la Universidad De Cádiz cuando falleció.

En su libro, con lenguaje fluido y claro, consigue exponer de forma sistemática y abundantemente documentada, las fases sucesivas de la historia de Palestina. Lo escribió “en homenaje a los hijos de esta tierra musulmanes, judíos y cristianos que sufrieron y murieron por ella”. El prologo lo inicia refutando el mito de la enemistad tradicional entre judíos y árabes, no conociéndose conflictos serios entre ellos, hasta la funesta invención del Oriente Medio por los europeos en el siglo XIX. Comenzando así: “Desde tiempo inmemorial existía en Jerusalén una costumbre emocionante: los niños judíos y musulmanes nacidos en el mismo barrio y en la misma semana eran tratados por sus familias como hermanos de leche: el niño judío era amamantado por la madre musulmana y el niño musulmán por la madre judía. Esta costumbre establecía relaciones íntimas y duraderas entre las dos familias y las dos poblaciones. La costumbre cayó en desuso…”

Al finalizar el libro, en un apartado titulado Perspectivas, aunque desde 1972, nos anuncia una premonición: “Sería ilusorio afirmar que por la fuerza se podría eliminar completamente la nación palestina. La historia nos da el ejemplo que deben tener presente los israelíes de la última generación. El propio Hitler no consiguió, a pesar de usar métodos que hoy nadie osaría aplicar, imponer la horrorosa solución final que había soñado para el problema judío. Al contrario, dio a sus sobrevivientes la voluntad férrea de salvar, costase lo que costase su comunidad.”



Desgraciadamente, los métodos utilizados por el estado de Israel, con el beneplácito del Imperio Norteamericano y el silencio cómplice de la Unión Europea, se asemejan a los empleados por los nazis. ¿Si Israel tiene derecho a defenderse del terrorismo donde queda el derecho del pueblo pueblo palestino a defenderse del terrorismo de Estado israelí, practicado desde hace décadas.?

La solidaridad con Palestina debe materializarse en un alto el fuego inmediato, en abrir corredores humanitarios, y sino es así, deberían los gobiernos europeos romper relaciones diplomáticas con Israel e imponer sanciones económicas. Es vergonzosa la actuación hipócrita de Occidente, con el doble rasero utilizado para Ucrania y para Israel. Rolf Reichert, ya en los años setenta del siglo pasado, afirmaba que “La posición oficial israelí no cambió desde el día en que Albert Einstein preguntó a Weizmann, el primer Presidente del estado de Israel, ¿Qué será de los árabes si Palestina es entregada a los judíos? Y este replicó ¿ Qué árabes? Son tan insignificantes... Rodolfo el alemán, como lo conocíamos en Conil, nos  dejó escrito, que desafortunadamente “La ONU sigue su camino impotente y resignado”. Mientras tanto, la ciudadanía debemos denunciar los crímenes contra  la humanidad y mostrar nuestra solidaridad con Palestina.

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